
La humanidad, desde los albores de las civilizaciones, ha venerado la suerte y el favor del azar, personificados por la diosa Tique (Τύχη) en la antigua Grecia y la diosa Fortuna en la antigua Roma.
El segundo nombre es conocido por todos hoy en día y puede considerarse una analogía semántica (casi un sinónimo) de las palabras «suerte» y «destino».
La Fortuna y su rueda
La palabra «fortuna» es de origen romano antiguo y se traduce literalmente del latín como «destino». Inicialmente, se asociaba con el culto a Fortuna, que surgió mucho antes del apogeo del Imperio romano, probablemente en Lacio, entre los pueblos itálicos, entre los siglos X y VII a.C.
No se descarta que los latinos adoraran este culto antes de su migración a la península itálica y llevaran consigo esta tradición. No existen pruebas concluyentes que lo confirmen, pero se sabe con certeza que ya en el siglo VI a.C. se rendía culto a Fortuna en la antigua Roma. Lo demuestra un antiguo templo construido por el sexto rey de Roma, Servio Tulio (Servius Tullius), a orillas del río Tíber entre los años 578 y 534 a.C.
Inicialmente, Fortuna era venerada por los agricultores, quienes celebraban anualmente la festividad de Fortis Fortunae el 24 de junio. Se creía que el favor de la diosa traía circunstancias favorables para una cosecha abundante: buen clima, lluvias y crecidas de ríos. Más tarde, los pastores también adoptaron esta tradición, ya que su bienestar dependía de la fertilidad de los pastos.
En esa misma época, en la antigua Roma ya existía otra diosa de la fertilidad y la cosecha: Ceres (Cerēs), lo que genera dudas sobre el origen romano del culto a Fortuna. Es más probable que este culto fuera tomado de los itálicos o de los antiguos griegos y se desarrollara paralelamente a la mitología romana tradicional.
La Fortuna en la época romana tardía
No se sabe con exactitud cuándo surgió el culto a Fortuna en Roma, pero durante su apogeo, la popularidad de la diosa era inmensa. En todo el territorio del antiguo Imperio romano se han encontrado miles de altares y capillas dedicados a Fortuna, así como decenas de miles de imágenes y grabados descubiertos en excavaciones arqueológicas.
El rostro de la diosa apareció en monedas antiguas, utensilios domésticos, productos artesanales y altares domésticos. Por la cantidad de devotos, Fortuna podía compararse con Mercurio (Mercurius), el dios del comercio, la riqueza y el beneficio.
Fortuna también formaba parte del culto imperial bajo el nombre de Fortuna Augusta y recibió especial veneración en el año 19 a.C., tras el regreso victorioso de Octavio Augusto (Octavianus Augustus) de Oriente.
Se la representaba a menudo con un cuerno de la abundancia y una rueda, rodeada de otras personificaciones como Felicitas, Hilaritas, Concordia y Fides. A partir del siglo I d.C., se la representó frecuentemente junto a Isis (Isis), la diosa de la feminidad y la maternidad.
Además del antiguo templo erigido por Servio Tulio a orillas del Tíber en el siglo VI a.C., se construyeron otros templos majestuosos dedicados a Fortuna. Entre ellos están el Santuario de Fortuna Primigenia (Sanctuary of Fortuna Primigenia) del año 194 a.C., el Templo de Fortuna Ecuestre (Aedes Fortunae Equestris) de 180 a.C. y el Templo «Fortuna del día presente» (Fortuna Huiusce Diei) del año 101 a.C.
El culto a Fortuna sobrevivió incluso tras la caída del Imperio romano y se mantuvo de forma no oficial a lo largo de toda la Edad Media en Europa occidental. En la época moderna, en 1852, un asteroide fue nombrado en honor a la diosa.
Hoy en día, la palabra «fortuna» se asocia más con «suerte» y «destino» que con la antigua diosa romana. La «rueda de la fortuna» (ruleta) es un símbolo común en todos los casinos, y la expresión «hijo de la fortuna» se usa para describir a una persona a quien la suerte acompaña en todo momento.
A pesar de vivir en la era digital, muchas personas en todo el mundo todavía confían más en la suerte que en la razón y los cálculos precisos. La expresión «confiar en la fortuna» parece que nunca pasará de moda, aunque hoy el papel de la diosa suele desempeñarlo un generador de números aleatorios.